La Muerte Cientifica De Jesus,

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La Muerte científica de Jesús, tómate 1 minuto para leer, si no lloras, puede que no entiendas quién es Él realmente. Ruego que el Espíritu Santo despierte en cada alma que lea, ¡en el nombre de Jesús! ¡Amén! Durante los próximos 60 segundos, deja de lado lo que estés haciendo y aprovecha esta oportunidad. Veamos si Satanás puede detener esto. A la edad de 33 años, Jesús fue condenado a muerte. En ese momento, la crucifixión era la "peor" muerte. Solo los peores criminales eran condenados a ser crucificados. Sin embargo, fue aún más terrible para Jesús. A diferencia de otros criminales condenados a muerte por crucifixión, Jesús iba a ser clavado en la cruz de manos y pies. Cada clavo tenía entre 6 y 8 pulgadas de largo. Los clavos fueron clavados en Su muñeca, no en Sus palmas como se representa comúnmente. Hay un tendón en la muñeca que se extiende hasta el hombro. Los guardias romanos sabían que cuando le clavaran los clavos en la muñeca, ese tendón se desgarrar...

¿Es obligatorio decir ‘¡Señor mío y Dios mío!’ durante la Consagración?

¡Señor mío y Dios mío!

En la Santa Misa solemos escuchar que los fieles decir: “¡Señor mío y Dios mío!” en el momento de la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¿De dónde surge esta expresión? ¿Es correcto decirla? Vayamos por partes.

Tomás, el apóstol incrédulo

Después de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, los discípulos se encontraban reunidos en una casa, a puertas cerradas, por miedo a los judíos, y por la incertidumbre de lo que sería su envío como discípulos misioneros después de que el Maestro había muerto en la Cruz.

Pero el Señor Resucitado entró en aquella soledad de los apóstoles y, les mostró las llagas de la Pasión, no para recriminarles su abandono, sino para reconciliarlos en el amor y para que fueran a anunciar el Reino de Dios, llenándolos de paz.

Sin embargo, cuando Jesús se les apareció por primera vez a los apóstoles, Tomás no estaba con ellos y no lo vio. Cuando le platicaron emocionados que habían visto al Resucitado, Tomás no les creyó; se le hacía imposible, y entonces exigió meter sus dedos en las llagas de sus manos y pies, y meter su mano en la herida del costado para poder creer.

Jesús lo entiende con su paciencia nacida del amor. La fe de Tomás es preciosa para Cristo y lo necesita para que sea Su testigo hasta los fines del mundo.

Por eso, otra vez se les apareció, pero podríamos decir que manera especial a Tomás, el incrédulo. Y entonces le pidió que metiera sus dedos y su mano en sus heridas gloriosas, y Tomás se rindió ante la evidencia y tan sólo alcanzó a exclamar: “Señor mío y Dios mío”.

El “Señor mío y Dios mío” en la Consagración

La Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo durante la Santa Misa es un momento muy solemne en el que en algunas iglesias se acostumbra tocar una campanita.

Es un momento para adorar en silencio, para postrar el corazón ante el Señor presente en la Eucaristía.

Justo en este momento, hay quien acostumbra decir en voz alta: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28). Es decir, las palabras con las que Santo Tomás se dirigió a Jesús.

Los fieles han hecho suya esta expresión porque se trata de la proclamación de la divinidad de Jesús, pues Tomás es el primero que, ante la falta de evidencias, cae rendido ante el Resucitado, y lo confiesa con dicha expresión.

Sin embargo, esta bella devoción no está contemplada en la liturgia, por lo cual quien la realiza debe hacerlo en silencio para no interrumpir la adoración de los demás. Las normas litúrgicas piden a los fieles que, en ese momento, contemplen la divinidad del Señor en silencio.  Miralo de frente y  tampoco agachar la mirada ni la cabaeza, es un momento inolvidable de contemplacion asia la divinidad de Jesus que se hace presente, 

CON INFORMACION DEL CATESISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Y DESDE LA FE

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