En declaraciones a EWTN Noticias, el sacerdote explicó que el saludo de la paz “es un gesto importante porque podríamos decir que el Señor nos ha dicho dense la paz, cuando presentamos nuestra ofensa”.
En ese sentido, “el gesto debe ser hecho con paz, sin prisas, sin agitación, sin irse de un lado al otro”.
Además, “el gesto debe denotar lo que hay por dentro. La paz es participación de alegría pero no una fiesta desencadenada”.
Lo dicho por el sacerdote es acorde con una carta circular del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, que se refirió al tema en junio de 2014.
En esa carta, el Dicasterio indicó que el saludo de la paz debía mantenerse en el momento de la Misa en que está actualmente; ante la sugerencia de algunos obispos de hacerlo en un momento distinto.
La misiva también alertaba sobre tres abusos al respecto:
1.- La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el Rito Romano.
2.- Los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz;
3.- Que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles.
4.- Yo agregaria es un saludo de paz, no de abrazos ni de besos, Porque hay señoras que hasta persinan a sus bendiciones,
5, - El saludo de paz se comparte con la persona que esta a tu lado, detras, enfrente de ti, NO salir de tu lugar donde estas sentado,
¿Por qué arrodillarse en Misa?
El experto en teología de los sacramentos explicó que “arrodillarse es un gesto que denota adoración, muestra que estamos ante algo no usual ni habitual, sino que estamos ante algo realmente superior, estamos ante Dios”.
“Ante Él la postura más correcta es la de estar arrodillados, porque estoy adorando y con la postura del cuerpo alabamos a Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”, agregó.
El sacerdote indicó que “el momento más importante para arrodillarse es la plegaria eucarística, es decir cuando el sacerdote reza la oración de consagración del pan y vino en cuerpo y sangre de Cristo”.
El P. Zaccaria recomendó también tomarse unos minutos luego de concluir la Misa para “ofrecer un tiempo de oración íntima: para pedir, desagraviar, dirigirnos al Señor pidiendo muchas cosas”.
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