Puedo Llegar Tarde a La Santa Misa

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¿PUEDO LLEGAR TARDE A MISA? El Catecismo señala en su punto 2042 que hay una obligación importante para el cristiano católico: “Oír Misa ENTERA los domingos y demás fiestas de precepto”. No sólo es el tercer mandamiento de la ley de Dios, sino que es el primer precepto o ley de la Iglesia. Es importante que nos quedemos con estas palabras: “MISA ENTERA”. Debemos participar de la misa completa los domingos y las fiestas de guardar. Falta a este mandamiento también quien llega tarde a misa. Si se llega tarde, la misa no vale. ¿Qué no decir de la persona a la que regularmente y/o por costumbre le gusta llegar tarde a misa? Tener el hábito de llegar tarde es sinónimo también de despreocupación y la persona es culpable de acedia. Se denomina propiamente acedia o acidia a la pereza en el plano espiritual y religioso y esto ya es pecado muy grave y en estas circunstancias, antes de comulgar la persona se debería confesar.    Mientras haya pecados mortales o graves no se puede comulga...

Hoy 2 de Septiembre Recordamos Al Beato Mártir Bartolomé Gutiérrez,


Hoy recordamos al Beato mártir Bartolomé Gutiérrez, de quien se burlaban por su sobrepeso

Cada 2 de septiembre la Iglesia recuerda al Beato Bartolomé Gutiérrez, sacerdote agustino del siglo XVI, quien padeció el martirio como misionero en Japón.
Un chico grande (e ingenioso)

Bartolomé nació el 4 de septiembre de 1580 en Ciudad de México. Con 16 años, en 1596, ingresó a la Orden de San Agustín. Era un hombre corpulento y con sobrepeso. Se cuenta que los frailes le gastaban bromas por ese motivo, a las que respondía con una paciente sonrisa.

Su más grande deseo era ser misionero, viajar a los confines del mundo para proclamar la Palabra del Señor; lamentablemente, no eran pocos los agustinos que veían con escepticismo esa posibilidad. No creían que Bartolomé fuese capaz de emprender un viaje a tierras lejanas y sobrevivir en medio de la geografía agreste o el clima adverso.

No obstante, por poco hizo cambiar de opinión a todos sus detractores en una. En cierta ocasión Bartolomé se permitió responder a las burlas sobre su sobrepeso con mucho ingenio y fina ironía: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la fe de Cristo”.

Grandeza de espíritu

Tras concluir los estudios eclesiásticos Bartolomé fue ordenado sacerdote y enviado a Puebla. En 1606 fue alistado junto a otros misioneros para la misión a Filipinas. Una vez llegado, se le designó maestro de novicios.

Bartolomé tenía una gran habilidad para aprender otras lenguas, así que llegó a dominar el tagalo (lengua filipina) y luego se introdujo en el japonés.

En 1612 se embarcó rumbo a Japón y un año después fue nombrado prior del convento de Osaka, desde donde se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles cristianos.
“Sean mansos como palomas y astutos como la serpiente” (Mt 10, 16)

En 1615 se decretó la expulsión de todos los religiosos del Japón, y el Beato Bartolomé se vio obligado a regresar a Filipinas. Sin embargo, el provincial le pidió que regresara a Japón, acompañando al P. Pedro de Zúñiga -también futuro beato-. Los misioneros arribaron a la tierra de misión el 12 de agosto de 1618.

De ahí en adelante, el P. Bartolomé ejerció un ministerio ejemplar entre los japoneses, predicando y administrando los sacramentos de manera clandestina, desafiando a la autoridad en pos del bien de las almas. Por más de 12 años enfrentó los peligros de la persecución: vivió entre los campos de cultivo y el bosque; pasó hambre, miseria y soportó las inclemencias del clima.

Valiente como el Señor a quien sirvió

En 1629 fue tomado prisionero en Omura y, dos años más tarde, en 1631, trasladado con sus compañeros a Nagasaki, donde permaneció en cautiverio tres años más, hasta que, finalmente, se le condenó a muerte. Fue quemado vivo el 3 de septiembre de 1632 junto con otros misioneros. Su cuerpo quedó reducido a cenizas, las que fueron recogidas y arrojadas al mar.

El Beato Bartolomé Gutiérrez formó parte del grupo de 205 mártires del Japón encabezados por el Beato Alfonso Navarrete. Ellos fueron elevados a los altares el 7 de julio de 1867 por el Papa Pio IX.

En México la fecha para su conmemoración es el 2 de septiembre, con el rango de memoria opcional. Ese día, las oraciones de la misa y la liturgia de las horas están dedicadas a él.





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